Vade Reto Septiembre (Espiral)

 

Desde su blog, Acervo de letras, José Antonio nos propone escribir una historia sobre la soledad, pudiéndonos inspirar en cualquiera de sus interpretaciones.

Podéis encontrar los relatos del resto de los participantes aquí

Estoy sentada. Esperando mi turno. Rodeada de la cháchara insustancial que se genera en un lugar de paso entre personas que quizá ni se conocen o que, a lo sumo, han coincidido un par de veces. El ruido del secador es atronador, aunque consigo captar trozos de la conversación entre una de las peluqueras y la mujer morena que tiene los rulos puestos. En tono despreocupado conversan sobre los hijos y los dolores de cabeza que les dan. Les inquieta su futuro. Y, entre olor a champú y a pelo planchado, van manifestando, con contundencia, lo hartas que están de repetirles que cuanto más estudien menos tendrán que trabajar. Esa frase cae como un jarro de agua fría en invierno. Porque es mentira, porque engloba una verdad a medias, porque no es una regla absoluta, pero se repite como si fuera un mantra. La de veces que me dijeron eso a mí. Una carrera, dos másteres e infinitos cursos después sospecho que la realidad no es para nada como me la pintaron.

Pienso en decirlo en voz alta, pero, como siempre, me lo guardo para mí. Tal vez la equivocada sea yo. A lo mejor es que soy demasiado mediocre, incapaz de destacar en nada. Quizás esté destinada a ser una sombra que pasa desapercibida, a no lograr nada en la vida. Sentimientos atropellados me inundan tras ese tipo de comentarios. Ya estoy acostumbrada, aunque nadie lo comprendería. La sensación de fracaso es tan grande que la mayoría de las ocasiones me aplasta y me paraliza. A veces intento compartir estas emociones con mi entorno, pero siempre se pierden entre inútiles frases manidas. Estoy sola en esto. Lo he sabido siempre. Desde pequeña intenté hacerlo lo mejor posible. Hoy la recompensa no se deja ni acariciar. Trabajar de lo que he estudiado se ha vuelto un imposible. Es triste saber que no valgo, que no avanzo, que nada de lo que hago sirve ni servirá. Pero es la verdad, la única que conozco. Y bajo ese manto de creencias me refugio, huyendo de la soledad que se empeña en acompañarme cuando siento que nadie escucha, que nadie entiende cuanto me duele haber desperdiciado tantos años estudiando para nada.

He aprendido a aceptarlo, a no hablar de ello con nadie, a sonreír cuando me preguntan. Es la única forma de evitar la herida. Por eso continúo sentada en mi sitio, sin intervenir en la conversación. De nada serviría. Sería como remar contra la corriente de un río. Y estoy cansada, muy cansada, de intentar que alguien comprenda el nudo que me oprime el pecho. De sofocar las lágrimas que quieren desbordarse a raudales por las mejillas. Ojalá si lanzan a sus hijos a ese abismo, la suerte les sonría. A mi me esquiva a diario. Aunque no debería ni quejarme. Al menos tengo un trabajo, algo de lo que vivir, que en estos tiempos ya parece ser mucho, incluso demasiado.

Comentarios

  1. La soledad de sentirse incomprendido, ajeno a quienes te rodean. Has plasmado muy bien esa sensación, Rocío, y también la decepción por el escaso fruto de tanto estudio... Un relato estupendo. Me ha gustado mucho. Dan ganas de abrazar un poquito a tu protagonista.

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    1. ¡Hola Marta! Muchas gracias por tus palabras. El mundo laboral cada vez está más difícil. En muchas ocasiones dan miedo las condiciones que te puedes encontrar por ahí.
      Un saludo.

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  2. Hola, Rocío.
    Un relato tremendo y con el que me siento demasiado identificado.
    Creo que podría resumirse en la frase: la Soledad de sentirse INÚTIL.
    Tú lo narras desde el punto de vista de la juventud que, a pesar de hartarse de estudiar, se siente inútil porque no encuentra trabajo ni de lo suyo; yo podría hablar del hastío de sentirse inútil después de cumplir los 50 y despreciarse toda la experiencia y saber acumulados.
    Estoy totalmente de acuerdo con tu personaje: estudiar no implica un mejor futuro laboral. Hoy en día, hay tantas personas con títulos, carreras, máster... maltrabajando o dando bandazos buscando empleo que es desesperante.
    Llevo demasiados años trabajando con jóvenes, ayudándolos a aprobar, que entiendo esa desesperación, ese sentirse inútil en una sociedad que no los aprecia, que no les da oportunidades. Por eso, cuando un padre o su hijo me preguntan que "deberían" estudiar, siempre les respondo: algo que les guste. El título no les garantiza nada y, al menos, se lo habrán pasado bien y habrán aprendido cosas que les interese o gusten.
    Hoy en día se sigue ensalzando los títulos y las carreras, y banalizando la formación profesional o artesanal, cuando, tal vez, esto último les dé un trabajo que les permita buscarse la vida.
    También mencionas algo muy importante, esa Soledad que se siente cuando no te dejan ni quejarte. Todos quieren darte consejos o recriminarte que lo estás haciendo mal y que, en definitiva, eres culpable de tu destino, cosa totalmente errónea. Con lo fácil que debería ser, simplemente, escuchar, dejar que esa persona se desahogue y se quite un peso tremendo de encima. Pero es que hoy todos se creen en el derecho a opinar y decirte qué es lo que tienes/debes hacer.
    Felicidades por un relato tan sensitivo, sugestivo y reflexivo. Muchas gracias por regalarlo al VadeReto.
    Abrazo grande.

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    1. ¡Hola José! Supe de que iría mi relato nada más leer tu propuesta. Prácticamente salió solo porque es demasiado autobiográfico y también conozco a más compañeras/os que a pesar de haber tirado por otros caminos se encuentran con situaciones similares. En mi sector, al menos, es la pescadilla que se muerde la cola. Te piden un máster para cada cosita y mínimo un año de experiencia que no puedes obtener si en ninguna empresa te dan la oportunidad de entrar sin ella. De la carrera, como bien dices al recomendarle a tus alumnos, lo que me llevo es la experiencia, las amistades y poco más, porque trabajo hasta ahora no me ha dado. Y si pudiera volver atrás tengo clarísimo que elegiría la formación profesional.
      Supongo que después de los 50, como apuntas que te ocurre, esté sentimiento también puede ser recurrente. De sentir que podrías haber hecho tantas otras cosas o quizás haber aprovechado mejor algunas oportunidades. Pero seguro que tienes un bagaje muy importante que solo te lo dan los años.
      Muy cierta, además, la parte en la que mencionas lo de los consejos o las recriminaciones. Todo el mundo se permite opinar sobre lo que deberías de hacer, incluso cuando solo te conocen de coincidir dos o tres veces en un curso.
      Muchas gracias por tus palabras José. Me alegra saber que has analizado tan profundamente el texto.
      Un saludo.

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  3. Hola Rocío, que bien describes ese sentimiento y sensación de soledad ante una sociedad absorta en repetir las mismas frases durante generaciones. Sentirse inútil a pesar de tener trabajo es más normal de lo que imaginamos. Un texto profundo que no deja indiferente. Un abrazo

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    1. ¡Hola Nuria! O cuando tu trabajo no te gusta, no te llena y no es lo que esperabas que conseguirías en la vida. Mientras para los trabajos de los que te has formado ni siquiera te contestan al email con la solicitud.
      Vivimos en una sociedad que no para de cambiar pero que sigue repitiendo las mismas formulas obsoletas.
      Un saludo y gracias por pasarte a comentar.

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  4. Una dura realidad esa soledad de frustración laboral la que planteas Rocío, tan ciertas en la mayoría de los casos, muy buena historia, te felicito.
    Un abrazo.
    PATRICIA F.

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  5. Hola, Rocío. Aquí la soledad (el sentirse sola en su propia batalla) tiene algo muy profundo. Rabia e ira incontenida. Apaciguada, domesticada. Una soledad más peligrosa de lo que parece. Por eso, en la vida moderna que nos ha tocado vivir, la depresión sobrevuela a todos.

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    1. Pues tienes razón, problemas de la vida moderna como bien dices. Rabia, ira y sobre todo, frustración, mucha frustración por no ser capaz de alcanzar nunca el objetivo.
      Gracias por pasarte. Un saludo.

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  6. Nos creamos unas espectativas falsas. Uno no ha de estudiar más para trabajar menos. Ha de estudiar para poder trabajar en lo que le gusta. Lo del sueldo, mientras te de para vivir, es lo de menos. Si lo que haces, le encuentras sentido y tienes buenos compañeros, o no los tienes, porque es un trabajo individual, pero que te llena, serás feliz. Siempre se está a tiempo para cambiar.
    Ánimos, M. Cristina

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