Hogueras
Relato premiado, con uno de los accésits en la categoría local de relato corto , en el I Certamen Literarito Rectora Rosario Valpuesta 2020 (Dos Hermanas, Sevilla).
Por su temática y su ambientación medieval creo que podría entrar en los relatos presentados para El Tintero de Oro en la modalidad fuera de concurso.
Una
fina llovizna, casi imperceptible, caía en la tierra, comenzando a empaparla. Leonilda
y otras mujeres estaban en el bosque. No les importaba el mal tiempo. Tenían
que concluir lo que habían empezado. Sentadas alrededor de un antiguo roble,
con las manos unidas, pronunciaban un cántico. La luna llena, más grande que
nunca durante ese mes, las contemplaba desde el cielo. Era una noche especial.
Sobre sus hombros recaía la responsabilidad de que todo saliera bien.
Al
día siguiente, la aldea de Tandor se levantó temprano. Debían prepararse para
recibir la visita de unos posibles aliados. Deseaban cerrar con ellos un trato
de paz y ayuda mutua. Por eso, algunas mujeres se llevaron toda la mañana
preparando diferentes comidas para agasajar a los invitados de Xerrion. Este
trato, en un futuro próximo, sería muy importante para la prosperidad del poblado.
Por eso, todo el mundo estaba implicado en la celebración, intentando que todo
saliera bien.
En
el mercado los primeros puestos comenzaban a abrir. Vendían carnes y especias.
Pieles y telas. Pero también aceite, vino, perfumes o piezas de cerámica. Un
poco de todo lo necesario para la vida en esa época. Los visitantes llegaban en
busca de los elementos que necesitaban y que podían intercambiar por los
materiales que ya poseían. Los emisarios de Xerrion se retrasaban. Por eso, los
anfitriones aprovecharon para terminar de preparar la estancia que se encontraba
en mejor estado para recibirlos. Mientras, los intercambios en el mercado se seguían
sucediendo como cualquier otro día.
En
la entrada, una comitiva esperaba a los invitados. Cuando los forasteros llegaron,
les dieron la bienvenida entre vítores y aplausos, mientras los conducían hacia
el sitio en el que tendría lugar la reunión. En la sala, dispuestas en la gran
mesa central, había bandejas con comida. También ánforas de vino, que
rápidamente repartieron entre los comensales. Guzmán y Diago, como
representantes de sus respectivas aldeas, se sentaron para hablar sobre el
pacto de paz e intentar llegar a un acuerdo.
La
reunión transcurrió afablemente. La comida estaba exquisita y el vino cumplía
con creces su propósito. En los comensales ya se podía comenzar a notar el
rubor producido por el exceso de alcohol. Diago y Guzmán firmaron allí mismo el
tratado de paz. Ambos se comprometían a dejar de lado las rencillas que
pudieran existir entre ellos y colaborar para que ambas localizaciones crecieran
exponencialmente con el paso del tiempo.
Una
vez terminada la reunión y saciado el apetito, se levantaron. Pero, al cruzar
el arco de salida, contra todo pronóstico, Guzmán y sus hombres, cayeron al
suelo entre convulsiones. Diago y los suyos se mostraron sorprendidos. No sabían
qué había podido pasar. Así que, inmediatamente, llevaron a los forasteros al
médico. No se explicaban cómo habiendo comido y bebido lo mismo, ellos seguían
con vida. Aunque, según relató el médico, se estaban produciendo muchos casos
de envenenamiento en extrañas circunstancias. Alguien podría haber usado magia
negra sobre esos hombres. Últimamente, las brujas proliferaban en los
alrededores. El médico recomendó a Diago investigar a todos sus súbditos,
aunque él no acababa de creer que hubiera podido ser uno de los suyos. El
tratado de paz les beneficiaba. No tenían motivos para haberlos matado.
De
todas maneras, las palabras del médico calaron hondo en él, sembrando la duda
en su interior. De manera que Diago, como responsable de esos hombres, abrió
una investigación. En casa de Leonilda y otras mujeres, encontraron hierbas muy
raras, libros con dibujos de plantas diseccionadas y recipientes de cristal desconocidos
para ellos. Las pruebas comenzaban a señalarlas, ya que habían sido las encargadas
de elaborar la comida que más tarde servirían en la reunión. Además, varias
personas de confianza afirmaron haberlas visto salir el día anterior a altas
horas de la noche. Todo apuntaba a que tenían algo que ver con lo ocurrido. A
Diago ya no le quedaban dudas. La muerte de sus invitados sólo podía explicarse
mediante la magia. Así que acabaron acusándolas de brujería. Y encontraron la
muerte en la hoguera. Todo el mundo estaba enfadado con ellas. Habían roto un
trato muy importante. Y aunque intentaron defenderse y contar su historia, no
se lo permitieron.
Sabían
que los emisarios ocultaban algo. Aldara escuchó el plan, casi de casualidad,
cuando compraba unas telas en el mercado de Xerrion. Ese día dio unas vueltas
hasta localizar el tipo de telas que buscaba. Entonces se paró para regatear
con el comerciante. Y resulta que, justo en el puesto de especias colindante, dos
hombres mantenían una conversación que la alarmó. Básicamente, se resumía en
que los emisarios, una vez salieran de Tandor, sabiendo sus puntos débiles,
pensaban enviar un batallón para acabar con toda la población. Por eso decidieron
intervenir. No eran brujas, afirmaban. Sólo utilizaron sus conocimientos sobre
herbología para esparcir hábilmente sobre las copas de vino de los invitados
algunas sustancias que combinadas entre si provocaban un paro cardíaco. Pero lo
hicieron para salvar a toda la población de una muerte segura. Mataron a
quienes después pensaban tenderles una emboscada y matarlos a ellos. Y lo hicieron
sin provocar más bajas de las necesarias entre sus habitantes. Ante todo, evitaron
matar a ciudadanos de a pie que nada tuvieran que ver con la conspiración. Sin
embargo, nadie las creyó.
Las
quemaron en la plaza pública, a la vista de toda la comunidad. Cuando, después
de quemarlas vivas, fueron a enterrar los cuerpos de Guzmán y los suyos, una
nota cayó del bolsillo del primero. En esa carta se explicaba lo que las brujas
dijeron. Diago maldijo en apenas un susurro. La muerte de esas mujeres había
sido en vano. Gracias a su intervención todos los habitantes salvaron la vida. El
poblado no podía saber de su error. Se les echarían encima. Así que Diago
decidió no contar nunca la verdad, aunque las recordaran para siempre como unas
traidoras.
Desde
entonces, la historia susurraba sus nombres como la ligera brisa del mar.
Nombres antiguos y con poder. Las olvidadas del mundo. Pero la Tierra no las
olvidaba. La Tierra recordaba su hazaña, aunque los hombres se hubieran
empeñado en borrarlas. En lugares alejados de las grandes ciudades todavía
quedaban personas que sabían y recordaban su verdadera historia y sus logros. Mujeres
con conocimientos sobre astronomía y medicina. Mujeres ignoradas por la
historia, como tantas otras. Mujeres consideradas brujas por sus conocimientos
superiores sobre el entorno y la materia. Leonilda, Beatriz, Gadea, Catalina,
Aldara y Elvira. Juntas cambiaron la historia, salvándolos de una muerte segura.
A cambio, sólo recibieron el desprecio de sus propios vecinos y una muerte
anticipada. Por eso, mi misión es recordarlas y mantenerlas vivas en la
memoria, porque ellas forman parte de mi pasado. Al fin y al cabo, soy
descendiente de Gadea, la más joven de todas. Ahora, sus nombres retumbarán en
la consciencia y tendrán un lugar en los libros de historia.
Hola, Rocío. Cuántas muertes y vileza se han hecho a lo largo de la historia para "acabar" con la brujería. Cuántas mujeres han sufrido por la ignorancia del pueblo y las malas artes de los poderosos. Espero que su recuerdo y verdad se esparza con el viento y todos aprendamos un poco.
ResponderEliminarUn premio bien ganado. Felicidades.
¡Hola Bruno! Muchísimas, desde los juicios de Salem hasta la Inquisición, y no sólo con el tema de la brujería. También son muchas las guerras que nos han traído injusticias y muertes. Muchas gracias Bruno. Un saludo.
Eliminar¡Hola, Rocío! De entrada felicitarte por el premio de tu relato, lo cual no me extraña nada, es un gran trabajo muy bien escrito, con un inicio que enseguida atrapa en ese escenario alrededor del viejo roble, en una noche de luna llena y fina llovizna, hasta nos haces olor la tierra mojada. La ambientación del poblado ¿mediaval? más que conseguida. El mercado bullendo de actividad…, los preparativos para recibir a los forasteros…,las expectativas que esto general…
ResponderEliminarTodo transcurría como se esperaba, con la buena voluntad de Guzmán y Diego, pero… sin conflictos no hay cuento, así que bravo por esa complicación.
¡y! A lo largo de la historia ¡A cuántas mujeres y hombres también han condenado a la hoguera por burjas, hechiceras y…!
En el fondo fue una buena decisión el no revelar la inocencia de las mujeres, habría dado lugar a una guerra.
Gadea se encarga de que no las olviden.
Pues lo dicho, Rocío, buen relato.
Un abrazo.
¡Hola Tara! Muchas gracias por las felicitaciones. Es excelente saber que te ha gustado y que he logrado transmitirte el olor a tierra mojada cuando las mujeres están en el bosque.
EliminarEs muy cierto también eso que comentas, si hubieran revelado la inocencia de estas mujeres se habría originado una guerra entre ambas poblaciones. De una forma u otra habría inocentes. Un saludo y gracias de nuevo.
¡Felicidades Rocío! por el reconocimiento literario, un buen estímulo para seguir escribiendo. Gracias por dejar tu comentario en el blog. Bienvenida
ResponderEliminar¡Hola Emerencia! Pues sí, cosillas así te recargan las pilas y te animan a continuar escribiendo. Un saludo y gracias a ti por comentar.
EliminarHola. ¿terminará algún día esto de mujeres sabias, curanderas, viejas o jóvenes entregadas a curar, ayudar, criar etc terminen en la hoguera, el fusilamiento, la prisión. el desprestigio o como mínimo el silencio que las ignore? No lo sé. Entre tanto tu relato es uno de los tantos que sirven para mantenerlas en la memoria. Excelente historia. Felicitaciones. Un saludo
ResponderEliminar¡Hola Juana! Suscribo totalmente tus palabras compañera. Aunque el tiempo de las hogueras haya acabado aún nos queda muchísimo por hacer. Gracias por las felicitaciones. Un saludo.
EliminarHola Rocio pedazo historia enhorabuena por ese premio y por plasmar en esta historia tan bien contada una realidad que se ha dado, y ahora ocurre. Una buena manera de visibilizarUn abrazo.
ResponderEliminarMuy bien contada esa historia. Me has metido en el ambiente de la época. No sé si es invención, pero parece histórico.
ResponderEliminarHemos coincidido en el tema de la atroz hoguera.
¡Ah, enhorabuena por el premio merecido!
Un abrazo
¡Hola Maite! Cierto, en nuestros segundos relatos coincidimos con el tema de la guerra y las brujas. De hecho fue justo lo que te puse en el comentario que dejé en tu blog antes de leer el tuyo aquí. La historia es totalmente inventada aunque el contexto intenté que se asemejara lo máximo posible a la edad media, describiendo el mercado en detalle y eligiendo nombres de esa época para todos los personajes. Me alegra haberlo conseguido. Un saludo y muchas gracias.
EliminarLas quemaron y resultó que habían salvado al pueblo. Además, las condenaron al olvido.
ResponderEliminarPero siguen viviendo en la memoria de la descendientes de una de ellas.
Me gusta esta reivindicación de la figura de las brujas, como mujeres con conocimientos sobre herbología.
Muy bien contado. Un abrazo.
¡Hola Demiurgo! Las brujas, desde siempre, han sido de esos personajes que me han llamado mucho la atención. Me encanta todo lo que esté ambientado en ese contexto, ya sea serie, libro o videojuego. Y no sé por qué me atrae tantísimo. Tal vez, como las protagonistas del relato, también sea descendiente de alguna de ellas jajajaja
EliminarMuchas gracias por tus palabras. Un saludo.
Hola Rocío. Enhorabuena por ese premio, sin duda merecido. Me ha gustado la ambientación de tu cuento, con una introducción en la que se nos habla de la vida en la época para luego pasar a meternos en situación, con una trama que se va complicando y en la que las cosas no son lo que parecen. Son incontables la cantidad de mujeres y hombres que fueron quemados en esa época por superstición, rencillas o intereses económicos, algunos reivindicados en nuestros días, otros como en tu relato perdidos en la memoria de la historia y rescatados como en este caso por una descendiente cuya familia seguro se ocupó de mantener su recuerdo. Un abrazo.
ResponderEliminar¡Hola Jorge! Gracias por pasarte a dejar tu comentario también en este segundo relato fuera de concurso. Me alegra saber que has disfrutado con la ambientación de este relato y con la trama en si. La historia está llena de injusticias de este tipo. Cuántas personas no habrán muerto en la Guerra Civil porque un vecino los acusó de pertenecer al bando contrario simplemente porque le caía mal. Un saludo.
Eliminar¡Hola, Rocío! Un cuento estupendo y merecidamente premiado. Es de esos que uno va leyendo y viendo la historia en su cabeza. Ni qué decir que narra una infamia, como la de quien es castigado por actos buenos de manera injusta, y aún más injusto el de quien erró de tal forma y calló su error. No sé qué pecado es mayor. Estupendisimo relato. Un abrazo!
ResponderEliminar¡Hola David! Qué bueno saber que has visualizado la historia de esa manera. Y qué honor que te haya gustado. Muchas gracias por pasarte por aquí. Un saludo.
EliminarEs bueno leerte No te conocía saludos desd la arena en Miami
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