Estatus social y redes (Black Mirror: Caída en picado)

Black Mirror es una serie de televisión, creada por Charlie Brooker, que emitió su primera temporada en el año 2011.  Originariamente los capítulos de esta ficción podían verse en el canal Channel 4, aunque yo no me enteraría de la existencia de esta producción hasta mucho después, cuando Netflix ya la había comprado, haciéndose con sus derechos de emisión. La serie contiene capítulos muy dispares entre sí, auto conclusivos, en los que se abordan desde diferentes perspectivas los peligros que podrían llegar a entrañar el uso de las futuras tecnologías si no se utilizan correctamente.

El 15 de Junio de este año se estrenaba la sexta temporada, con capítulos que se alejaban bastante de la descripción anterior y que viraban más hacia un intento de terror, ubicando casi todas las narraciones en el pasado o en el presente y dejando bastante de lado la aparición de elementos tecnológicos (sólo en dos de los cinco episodios tienen algo de relevancia). Ninguno de estos nuevos capítulos lograba, al menos en mí, lo que si habían conseguido los antiguos episodios. Dejarte pensando, reflexionando sobre las vilezas que es capaz de cometer el ser humano en pro del progreso. Así que, echando de menos esa esencia única que me parecía que Black Mirror había perdido, me dispuse a visionar de nuevo la serie desde el principio.

Todos son grandes episodios que te hacen preguntarte si de verdad el avance tecnológico podría hacernos llegar hasta esos límites. Pero hay algunos que te golpean especialmente. Es el caso del primer episodio de la tercera temporada, titulado Caída en picado (uno de mis favoritos). El tema central de este relato lo conforman las redes sociales y creo que su contenido, a pesar de haberse estrenado en 2016, sigue siendo de total actualidad. Y es que lo que plantea esta ficción televisiva, viendo como nos comportamos tras una pantalla y la obsesión que muchos tenemos con mostrar una imagen perfecta y por completo artificial en redes, no me parece tan descabellado. Esta historia me parece una de las esenciales de Black Mirror porque es una de la que más cerca estamos como sociedad.

Foto: Pixabay

Se nos presenta un mundo en apariencia perfecto. La protagonista está intentando comprarse una casa en una mejor zona, pero el precio que tiene que pagar a cambio escapa en ese momento a sus posibilidades. Y es que lo que le piden para habitar esa lujosa mansión de ensueños no es una cantidad desorbitada de dinero, sino popularidad en las redes sociales. Imagina un mundo en el que no solo subamos contenido a internet, lo compartamos y demos me gusta a las publicaciones, sino que también podamos puntuar a las personas por los posts que suben a la red. Eso es lo que sucede en Caída en picado. Una realidad en la que el estatus de las personas depende de la clasificación que tengan en función de los puntos que le dan sus congéneres. Y en donde la protagonista recorrerá un arduo camino para alcanzar esas décimas que le faltan para conseguir la casa de sus sueños.

En un mundo que permite esto, ¿Hasta dónde seríamos capaces de llegar por obtener una buena puntuación? ¿A qué cosas tendríamos que renunciar para lograrlo? Pasar conciencias humanas de un cuerpo a otro o superar la barrera de la muerte con algún invento tecnológico son ideas que quedan muy lejanas en un tiempo futuro, pero crear una sociedad obsesionada con las redes sociales es algo de lo que estamos muy cerca, si es que no se ha conseguido ya. No hasta los niveles que nos muestran en esta serie. De momento no tenemos la capacidad o los medios para ir puntuando mal al vecino o a la dependienta de un comercio porque dijeron algo que no nos gustó o porque simplemente nos cae mal. Pero cuán lejos estaríamos de no hacer eso si tuviéramos una aplicación que nos lo permitiera.