Vade Reto Noviembre (Las aventuras de Mambo)

 

Este mes, el Vade Reto va sobre dragones. En su blog, Acervo de letras, José Antonio nos propone escribir una historia sobre estos majestuosos y míticos personajes. El único requisito es que entre las líneas de vuestro relato debe de aparecer al menos un dragón.

En mi caso he escrito sobre un dragón que inventé para entretener a mis sobrinos cuando eran más pequeños.

Podéis encontrar los relatos del resto de los participantes aquí.

Está en tierra de nadie, en un lugar aburrido, sin color y sin sonidos. Fue a parar ahí por error cuando recién salido del cascarón se produjo un ataque del bando enemigo en el seno de su hogar. Él tuvo la mala suerte de caer en un agujero negro. Tal vez han transcurrido minutos desde ese acontecimiento o tal vez han sido años, no lo sabría decir a ciencia cierta.

Es un pequeño amasijo de garras, dientes y escamas perdido en medio de un mundo oscuro y siniestro. Sólo un punto verde brillante en la oscuridad. En contraste, destaca su barriga de un amarillo pálido. Tiene una diminuta cola con púas doradas que agita a uno y a otro lado.

Se siente solo y abandonado. A menudo llora sin obtener consuelo. Se pregunta por el destino de su familia. Ansia encontrarlos por encima de todo. Lo único que recuerda de ellos son los sonidos previos a la salida del cascarón. La voz de sus padres, el estruendo de unas cascadas y el aleteo de sus iguales. Ahora, en comparación, sólo hay silencio. Éste se hace más grande y pesado a cada instante.

Aunque con el tiempo se acostumbra a él y a que nunca suceda nada. Pasa las semanas dormitando en medio de ese páramo desierto, rodeado de tinieblas, esperando llegar a algún planeta poblado. Su organismo ha sido lo bastante inteligente como para entrar en un estado de hibernación. En sus sueños recrea un cosmos multicolor, lleno de aventuras, y plagado de vida. Su corazón alberga la esperanza de hallar un terreno en el que pueda vivir de verdad. Anhela saltar, correr, volar y experimentar todas aquellas cosas que no pudo antes del ataque. Si no quiere que los latidos de su corazón se extingan para siempre necesita escapar de esa realidad.

Sin embargo, las horas se suceden una tras otra. Sin perturbaciones. Hasta que un día se produce un cambio. Una corriente de aire lo arrastra y su cuerpo cobra velocidad. Nota el aire frío alrededor de sus escamas, envolviéndolo. Entonces una explosión de luz y color que no comprende lo inunda todo.

Bajo sus pies hay algo sólido, muy diferente al vacío que conoce. Con lentitud, comienza a abrir sus ojitos rasgados del color de la miel fundida.  Tanta claridad le molesta. No enfoca bien los objetos y tarda unos minutos en acostumbrarse al brillo de los colores. Están mezclados entre sí. Son preciosos y tan diversos como el arcoíris. El rojo, el azul, el malva, el rosa, el morado, el amarillo, el verde…

En su mente se agolpan miles de preguntas para las qué no tiene respuesta. ¿Dónde se encuentra? ¿Y qué será de él a partir de ese momento? Ni se imagina la de aventuras que le aguardan al lado de Rua y Feivar. Ahora mismo, esos nombres no tienen ningún sentido para él, pero pronto conocerá a esos humanos y el destino unirá sus caminos para siempre. Esa, sin embargo, es otra historia.