Concurso de relatos 39º Ed. Harry Potter y la piedra filosofal de J.K. Rowling (La prueba de acceso).

En este mes de Diciembre, Bruno nos propone desde El Tintero de Oro un reto cargado de hechizos en homenaje a Harry Potter y la piedra filosofal de J.K.Rowling. La propuesta se basa en escribir un relato mágico, de 900 palabras máximo, que trate sobre un mago o una bruja joven que no sepa de sus extraordinarios poderes hasta un momento clave de su vida y/o que estudie en un colegio de magia. 

Aquí podéis ver el resto de los relatos participantes.

La escuela de magia no era como se la había imaginado. Siempre pensó que sería un sitio colorido y cambiante. Sin embargo, delante de ella se alzaba un edificio sobrio y gris, con altas torres compitiendo por fundirse con el cielo. El sueño que llevaba tanto tiempo deseando se cumplía al fin. Entraba en la escuela de magia de Gekida como novicia. Iba a esforzarse mucho por ser la mejor, se dijo a sí misma. Se había criado con un mago. Estaba predestinada a ello. No podría haber elegido otra opción después de contemplar el primer hechizo que lanzó Adektu. Él era la única familia que tenía y quien le había enseñado lo poco que dominaba sobre magia. De sus verdaderos padres no sabía nada y a estas alturas tampoco le importaba mucho, aunque de niña se preguntaba a menudo por qué la abandonaron.

En el vestíbulo se cruzó con más personas ansiosas por comenzar el primer día. Su mentor también estaba por allí. La saludó desde la distancia, deseándole suerte. Él siempre se había encargado de repetirle que poseía un don innato para la magia. Ahora, rodeada de tantas jóvenes promesas, temía que eso no fuera del todo cierto. Estaba nerviosa. Puede que demasiado. Llevaba meses practicando y no se sentía capacitada para entrar en la prestigiosa academia. Esos juegos levantando pequeños guijarros con la mente ya no le servirían. Las pruebas de la escuela gozaban de una mayor complicación.

Quizás aún no era tarde para olvidarse del tema y regresar a casa como si nunca hubiera echado esa solicitud. Habría salido corriendo de no ser por el miedo a defraudar a Adektu. Por el contrario, se tragó la incertidumbre que le bajaba por el estómago como una serpiente y se sentó en uno de los bancos del pasillo que quedaban libres. A los pocos minutos escuchó su nombre retumbar en las paredes. Se asomó a la habitación de la que provenía y una mujer mayor le entregó una túnica gris de novicia, pidiéndole a Lina que la acompañara a la sala de pruebas. Reaccionó rápido, caminando tras ella sin poder dejar de pensar en el tipo de examen al que se enfrentaría. Podía tratarse de cualquier cosa y eso lograba alterarla aún más si cabe.

Al llegar a la sala circular la mujer la presentó y abandonó el lugar en silencio. Lina se encontró frente al tribunal, sin saber muy bien que decir o hacer. Suponía que debía aguardar a que se dirigieran a ella. Las tres figuras, sin embargo, permanecían estáticas y sin emitir un sólo sonido. En el ambiente flotaba una sensación extraña. Algo no iba bien. ¿La prueba había empezado? Porque lo parecía y esa misma pregunta lanzó a los examinadores. La única respuesta fue el silencio. Lina, creyendo que alguien le gastaba una broma, se dirigió a la salida. No permitiría que se siguieran burlando de ella. Se apresuró a alcanzar la puerta para salir de allí, aunque ésta se cerró con un fuerte estruendo antes de que le diera tiempo a poner un pie fuera. A continuación, un olor a podrido se extendió por la estancia y las tres túnicas de la tarima cayeron al suelo, sin nadie que las sostuviera. Imposible, pensó. Tenía que salir de ahí. Los últimos acontecimientos se asemejaban más a una emboscada que a una prueba de acceso.

Los ataques mágicos empezaron a sucederse desde ese momento. Una andanada de ofensivas que iban directas a impactar contra ella. Las esquivó como pudo, apartándose unas veces y bloqueándolas en otras. Si seguía así no duraría demasiado tiempo. Su atacante, oculto entre las sombras, debía de saberlo porque redobló los esfuerzos por acabar con ella. Supo entonces que no le quedaba más remedio que empezar a atacar también. Pero, ¿dónde dirigir los hechizos? Iba a suspender. Lo veía venir. Tal vez para el próximo año lo consiguiera. Ahora mismo carecía de recursos para enfrentarse a algo así.

Siguió bloqueando los ataques un rato más y, en el instante en que iba a rendirse, notó una extraña fuerza. En las manos, en círculos concéntricos, se le enroscaba una energía oscura y negruzca que acabó por envolverla por completo. Se preguntó qué clase de magia era esa y de dónde provenía. De ella seguro que no, tan sólo dominaba unos pocos trucos del parvulario. ¿Sería peligrosa? Y la mayor duda de todas, ¿seguro que se trataba de magia? Daba la impresión de ser algo diferente a todo lo que conocía. Jamás vio a nadie conjurar un hechizo así. Fuera lo que fuera no lo controlaba.  Eso estaba claro. Era como un vórtice que giraba sin control y que amenazaba con absorber cada rastro de materia. Los ojos se le quedaron en blanco cuando el torbellino comenzó a coger fuerza. Lo siguiente que recordaba era levantarse en casa. Adektu le contaría después que pasó la prueba con matrícula, aunque el sencillo reto que le relató no tenía nada que ver con lo que ella recordaba. Describió cada detalle de una manera tan realista que llegó a pensar que se lo había inventado. Y, con el tiempo, dejó en el olvido los insólitos acontecimientos que ocurrieron aquel día.

Si os apetece saber más sobre Lina, aquí podéis ver un microrrelato en el que la protagonista es su madre. Con él participé en el reto de Noviembre (Personajes Antagonistas) del año pasado. El personaje de esta hechicera lo ideé hace mucho para la que sería una de las primeras historias de fantasía que comencé a escribir. A día de hoy sigo volviendo a este mundo y escribiendo nuevas subtramas para sus personajes.